Author/Uploaded by Andrea Mara
SU PEOR PESADILLA Andrea Mara Traducción: Carmen Bordeu “Quedé atrapada desde la primera página… jugó con mis peores miedos y siguió subiendo las apuestas… No intuí ninguno de los giros del final”. —Sarah Pearse, El Sanatorio. Título original: All her fault Edición original: Bantam Press, un...
SU PEOR PESADILLA Andrea Mara Traducción: Carmen Bordeu “Quedé atrapada desde la primera página… jugó con mis peores miedos y siguió subiendo las apuestas… No intuí ninguno de los giros del final”. —Sarah Pearse, El Sanatorio. Título original: All her fault Edición original: Bantam Press, un sello de Transworld. Transworld forma parte del grupo editorial Penguin Random House. © 2021 Andrea Mara © 2023 Trini Vergara Ediciones www.trinivergaraediciones.com © 2023 Motus Thriller www.motus-thriller.com España · México · Argentina ISBN: 978-84-18711-77-0 Índice de contenidos Portadilla Citas elogiosas Legales Primera Parte. Noviembre de 2018 Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 Capítulo 6 Capítulo 7 Capítulo 8 Capítulo 9 Capítulo 10 Capítulo 11 Capítulo 12 Capítulo 13 Capítulo 14 Capítulo 15 Capítulo 16 Capítulo 17 Capítulo 18 Capítulo 19 Capítulo 20 Capítulo 21 Capítulo 22 Capítulo 23 Capítulo 24 Capítulo 25 Capítulo 26 Capítulo 27 Capítulo 28 Capítulo 29 Capítulo 30 Capítulo 31 Capítulo 32 Capítulo 33 Capítulo 34 Capítulo 35 Capítulo 36 Capítulo 37 Capítulo 38 Capítulo 39 Capítulo 40 Capítulo 41 Segunda Parte Capítulo 42 Capítulo 43 Capítulo 44 Capítulo 45 Capítulo 46 Capítulo 47 Capítulo 48 Capítulo 49 Capítulo 50 Capítulo 51 Capítulo 52 Capítulo 53 Capítulo 54 Tercera Parte Capítulo 55 Capítulo 56 Capítulo 57 Capítulo 58 Capítulo 59 Capítulo 60 Capítulo 61 Capítulo 62 Capítulo 63 Capítulo 64 Capítulo 65 Capítulo 66 Capítulo 67 Capítulo 68 Capítulo 69 Capítulo 70 Capítulo 71 Capítulo 72 Capítulo 73 Capítulo 74 Capítulo 75 Capítulo 76 Capítulo 77 Capítulo 78 Agradecimientos Preguntas para el club de lectura de Su peor pesadilla Si te ha gustado esta novela... Andrea Mara Manifiesto Motus Para Nicola, con amor PRIMERA PARTE Noviembre de 2018 CAPÍTULO 1 Marissa Viernes La casa parecía una casa cualquiera y la puerta parecía una puerta cualquiera. Corriente. Un poco genérica. No lo que Marissa esperaba. Tocó el timbre y dio un paso atrás. ¿Qué esperaba? Algo un poco más imponente, tal vez. Jenny fue muy arreglada a la reunión social del colegio, y Marissa se dio cuenta de que se había formado una imagen que no encajaba demasiado con esta casa de aspecto tan ordinario y su puerta tan ordinaria. Mientras esperaba, su mente repasó todo lo que habían planeado para el fin de semana. Tendría que ir a la oficina en algún momento —faltaban pocas semanas para la auditoría— y tenía que revisar el expediente Fenelon de nuevo. Luego, tenía su partido de tenis, el club de lectura…, mierda, todavía no había terminado el libro. Pasos. Y una sombra a través del cristal cuando Jenny se acercó y abrió a puerta. Solo que no era Jenny. La mujer era baja, con una mata de rizos castaños rebeldes y un paño de cocina en la mano. ¿La niñera, quizás? Aunque no se parecía mucho a las niñeras y au pairs que Marissa veía cuando dejaba a Milo en el colegio cada mañana. —Hola, soy Marissa. Vengo a recoger a mi hijo, Milo —le dijo a la mujer. —Ah, te debes de haber equivocado de casa, aquí no hay nadie llamado Milo. —Vaya —exclamó Marissa, y sacó el móvil de su bolso—. Lo siento mucho, déjame ver… —Pulsó en el mensaje de Jenny y leyó en voz alta—. Tudor Grove 14… —Miró a la mujer—. Lo siento, ¿qué número es este? —Es el catorce, pero aquí no hay ningún Milo. Solo yo. Marissa meneó la cabeza y volvió a mirar el texto, como si hubiera podido cambiar en los segundos transcurridos. Se lo mostró a la mujer. —No me estoy volviendo loca, ¿verdad? Aquí dice Tudor Grove 14. La mujer asintió. —Alguien te dio mal la dirección. Seguro, llámale y verás. La mujer comenzó a cerrar la puerta y fue entonces cuando Marissa experimentó la primera punzada de inquietud. Era la misma sensación del fin de semana pasado cuando no podía encontrar a Milo en el parque… Estaba allí en alguna parte, por supuesto que sí, pero no podía relajarse hasta que lo viera. Y segundos después lo vio. Pero entonces no lo veía. Entonces, Milo estaba en la casa de Jenny y la mujer que no era Jenny estaba cerrando la puerta. —¡Espera! Lo siento, ¿te importa si me quedo aquí mientras llamo, por si ha habido alguna confusión? Los amables ojos castaños de la mujer sugirieron que no tenía ni idea de a qué tipo de confusión se refería Marissa, pero mantuvo la puerta abierta. Marissa pulsó el botón de llamar en el mensaje de Jenny y esperó a que sonara el timbre. No hubo ningún timbre. Solo un mensaje automatizado. “El número marcado existe.” La inquietud se convirtió en un leve pánico. —No funciona —dijo Marissa a la mujer con voz ronca. —Pasa —la invitó la mujer, y abrió la puerta del todo—. Debe de ser una