Author/Uploaded by Girl-Chick
¿Contigo? ¡No, ya no más! Girl-chick No siempre lo perfecto es lo más adecuado Esta historia es para ti, que a veces te cuesta desprenderte de aquello que sabes que no va a funcionar. Es difícil hacerlo, pero cuando lo decides te das cuenta de que hay mejores oportunidades afuera de esa burbuja. Capítulo 1 LISTA Marina acababa de colgar la última llamada especial del día. Esa era la de su madre....
¿Contigo? ¡No, ya no más! Girl-chick No siempre lo perfecto es lo más adecuado Esta historia es para ti, que a veces te cuesta desprenderte de aquello que sabes que no va a funcionar. Es difícil hacerlo, pero cuando lo decides te das cuenta de que hay mejores oportunidades afuera de esa burbuja. Capítulo 1 LISTA Marina acababa de colgar la última llamada especial del día. Esa era la de su madre. Siempre lo hacía cuando ya estaba por cerrar la tienda, una costumbre que había adoptado desde que había cumplido los dieciocho; se había marchado de casa para vivir sola, por primera vez, en un dormitorio de universidad debido a sus estudios. Había creído que era lo normal tener que salir de casa, pero al ser hija única había sido bastante más duro para su madre dejarla marchar. Después, con el tiempo, también entendería la falta que le haría el calor de hogar. Su padre era otro asunto, él siempre la animaba a volar. Sin embargo, había estado decidida y deseaba independizarse para lograr sus planes futuros por cuenta propia. No tenía la necesidad, puesto que contaba con el apoyo de ambos, y era algo que se había colocado como una meta y quería que sus padres estuvieran orgullosos de ella. Todo hasta que se habían separado y los planes habían variado un poco, pero no sus expectativas de vida. A lo largo de los años, Marina había crecido y se había acomodado a su nuevo futuro por realizar hasta alcanzar todos sus objetivos, y había conseguido trabajar en una prestigiosa marca de ropa para caballeros llamada Samsara & Co, donde su desempeño había sido altamente elogiado y la había convertido, en poco tiempo, en la gerente de la tienda principal. No obstante, y pese a todos sus esfuerzos y a su buena estabilidad económica, aún había algo que no lograba arreglar y era lo que le recordaba, de forma subjetiva, su madre cada vez que la llamaba. Se trataba de su vida sentimental. Y no fue hasta que se había enterado de la enfermedad que su progenitora estaba padeciendo y que empezaba a consumir su vida que se había interesado por hacer la búsqueda concienzuda de su hombre ideal, porque hasta ese instante ninguno le daba la talla impuesta por sus propias exigencias. Los sigilosos recordatorios de su madre no se debían a su aún soltería, sino a que era probable que muriera y jamás conociera a su esposo y a sus futuros nietos si no vivía lo suficiente. Aunque en parte se sentía abrumada por nunca concretar nada, no obstante, de ese momento y de esa serísima decisión, ya habían pasado dos largos años en los que solo había estado besándose y acostándose con el sapo que, por más que lo intentase, jamás se convertiría en ese príncipe ejemplar y deseado para ella. Xavier Samsara, el hijo del dueño de la firma con la que trabajaba. Un hombre que reunía todos los ideales que había plasmado alguna vez en su lista de atributos, y que fue así como había terminado enredada con él. Pero, pese a tener a ese hombre perfecto con el que podía pasar sus buenas noches, a sus veintinueve años, ya parecía estar escuchando los ruidos de un tren que estaba empeñado en querer dejarla atrás, al apenas llegar a los treinta, si él no se decidía a formalizar su relación. Y después de dos años juntos, parecía que eso nunca iba a pasar. Era lo que seguía pensando hasta que, un buen día, se levantó y tomó la firme determinación de retomar sus antiguos propósitos: el de poner a prueba la lista que alguna vez había creado para encontrar a su hombre perfecto y que, por azares del destino, había terminado llenando Xavier. Ya no tanto por los deseos de su madre, sino por los de ella misma y por la situación en la que estaba; porque, como toda mujer, anhelaba un día casarse y tener una familia. «Con él, ya no más», se había dicho determinada, aunque nunca lo cumplía. Pero se encontraba en el proceso de encontrar a su media naranja ideal, de la que estaba muy lejos de ser Xavier por más bueno que estuviera, porque en el fondo no solo quería a un hombre que la complaciera en la cama, sino que también cumpliera el deseo de su madre para sus últimos años de vida; porque era consciente de que no le duraría para siempre y quería, al menos, que estuviera en ese momento en que caminara hacia el altar. —¿Marina? Escuchó la voz de su fiel asistente y confidente, Sylvie. Salió de su nube de pensamientos y se centró en su trabajo y en lo que aún le quedaba por hacer antes de cerrar la tienda. Como gerente, cuidaba que todas realizaran su labor a la perfección y, de las cinco empleadas a su cargo, Sylvie se había convertido en su fiel mano derecha. —Dime, Sylvie —respondió al terminar de sacudirse de sus pensamientos. Y era debido a que la llamada de su madre la dejó un poco preocupada. Las diálisis funcionaban, se lo había dicho el doctor que la trataba y que era amigo de la familia; no obstante a ese buen parte médico, también le había advertido que, tal vez, sí iba a ser necesario un trasplante de riñón. La asustaba pensar en eso y que su madre quedara en una lista de espera, muchas veces, eterna. Sabía que no estaría de acuerdo, pero ya se había ofrecido como la primera opción para donarlo. Se sacudió de ese pensamiento porque, pese a su decisión, aún estaba conciliando con la idea. Miró con detenimiento a Sylvie, quien sostenía un par de corbatas en cada mano, encogiéndose de hombros. Ella estaba encargada de la sección de ropa masculina. Marina era una mujer muy organizada y, gracias a su desempeño y su buena distribución de labores en su tienda, era la asesora número uno de la firma de ropa.