¿Destino o maldición?

¿DESTINO O MALDICIÓN? UN CASO SOBRENATURAL DE LA DETECTIVE CAMILLE LOS THRILLERS DEL UMBRAL LIBRO 3 ADRIÁN Y MIGUEL ARAGÓN Copyright © 2023 Adrián Aragón Producción editorial: Autopublicamos.com www.autopublicamos.com Diseño de la portada: Giovanni Banfi [email protected] Todos los derechos reservados. Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, distribuida o transmitida en cualquier forma o por cualquier medio, incluyendo fotocopia, grabación u otros métodos electrónicos o mecánicos, sin la previa autorización por escrito del autor, excepto en el caso de citas breves para revisiones críticas, y usos específicos no comerciales permitidos por la ley de derechos de autor. Esta es una obra de ficción. Los nombres, personajes, instituciones, lugares, eventos e incidentes son producto de la imaginación del autor o usados de una manera ficticia. Cualquier parecido con personas reales, vivas o fallecidas, o eventos actuales, es pura coincidencia. Redes sociales de los autores: Amazon Goodreads Instagram Facebook Obtén una copia digital GRATIS de Emboscada: Max Cornell thrillers de acción n.º 1 y mantente informado sobre futuras publicaciones de los autores. Suscríbete en este enlace: https://www.autopublicamos.com/emboscada PRÓLOGO La lluvia arreciaba. Las nubes negras que colmaban el cielo parecían retorcerse después de cada relámpago. Los truenos sacudían la tierra, los árboles y las paredes de aquella casa perdida en ninguna parte, aislada del mundo. Cuatro paredes que se alzaban en la llanura, desafiantes, como una tímida roca que se asomara en mitad de un océano embravecido. En su interior solo había un hombre, arrodillado en el polvoriento suelo y con las manos alzadas hacia el techo. Gritaba como tratando de prevalecer sobre la tormenta, como si pretendiera callar a los truenos con su voz. —¡Aquí mi alma! ¡Aquí mi alma! De nuevo el cielo estalló en una orgía de relámpagos que iluminaron la noche con una luz pálida que atravesó todo cuanto pudo. Incluso la tierra parecía temblar ante cada envestida. —Mi sangre y mi alma son tuyas. El hombre, sin retirar la mirada del techo, pronunció estas palabras mientras se hacía un profundo corte en la palma de la mano izquierda. La sangre comenzó a bajar en cascada por su antebrazo. El suelo tembló de nuevo, pero en esta ocasión no se debía a ningún trueno, ni siquiera a un terremoto. Algo se estaba moviendo. De repente, frente al hombre, el suelo comenzó a abrirse en una grieta profunda y oscura de la que emanaba una débil luz rojiza. A este tímido resplandor le acompañaba un gorgoteo, un burbujeo espeso y repugnante que ascendía poco a poco. El hombre estaba petrificado ante la escena, pero al mismo tiempo sabía que lo había conseguido. —Mía… es… tu alma y tu fruto serán muerte y destrucción. Me obedecerá y traerá la oscuridad hasta el fin de los días. —Tuyo será mi fruto y mi reino se hará realidad en la Tierra. CAPÍTULO 1 El reflejo plateado de las aguas del río Aqueronte destacaba sobre aquella infinita extensión. De la otra orilla, ignota para todos los seres del Umbral, provenía una luz brillante que cubría el horizonte con un resplandor gigantesco, extendiéndose en todas las dimensiones, un muro de luz infranqueable y desconocido. —Sé que lo que te estoy pidiendo se sale de la norma, de los cánones que rigen nuestra existencia, pero debes confiar en mí. La voz provenía de un halo de luz blanca, un ser que en el Mundo de los Vivos tomaba la forma de un hombre con sombrero bajo y largo abrigo. Su tono de voz tranquilo contrastaba con la gravedad de la cuestión. —No puedo comprenderlo. Alterar el Mundo de los Vivos puede ocasionar terribles repercusiones —dijo Camille mientras observaba, ceñuda, el tranquilo discurrir del Umbral—. El orden propio de la vida y de la muerte, todo puede verse alterado por mi culpa. —Lo importante es actuar en consecuencia. Confío en ti, Camille. He perdido la cuenta de las veces que me has demostrado de lo que eres capaz. Estoy seguro de que podrás sacar esto adelante. Camille clavó sus ojos en aquel halo de luz blanca. —¿Por qué me miras así? —Porque todo esto es muy grave y extraño al mismo tiempo. Me ocupo de los muertos, no de los vivos. —Ya lo sé, Camille. Pero no tenemos más opción. Ya sabes lo que CAPÍTULO 2 El sonido metálico de la puerta al abrirse provocó una exaltación. Después el grupo, de unos veinte niños, salió a toda velocidad por la puerta principal y se desperdigaron por el amplio jardín. Desde ese momento, tenían dos horas de absoluta libertad antes de que debieran regresar al interior del orfanato para retomar la estricta rutina que les imponían. Pero eso aún quedaba muy lejos. —No os manchéis de barro —gritó Jerome Burton, que observaba aquella estampida con los brazos en jarra desde la puerta. Había llovido mucho la última noche y las zonas más descuidadas del jardín podrían resultar muy tentadoras para unos chicos cuyas edades comprendían entre los siete y los doce años. No obstante, era consciente de que los chicos necesitaban desfogarse un poco. La previsión del tiempo para los siguientes días era mucho peor y seguramente los pasarían encerrados. —No se preocupe, señor Burton —gritó William bajando las escaleras ágilmente de un solo salto. En las manos llevaba varios trozos de pan, envueltos en papel higiénico, que se afanaba en proteger como si se tratara de un tesoro. —Un día se va a abrir la cabeza —dijo una de las limpiadoras del centro, Grace Ribsom, aunque los niños la llamaban Cabeza de Escoba Ribsom. Todos se habían llevado alguna vez una «caricia» de ese palo de madera, sobre todo si tenían la mala suerte de dejar caer algo al suelo o se cruzaban