Author/Uploaded by David Bowles
Pum. Pum. Mi corazón mareado se columpiaba entre el cielo y la tierra. Era mi primer amor. —de “La física del amor”, de Kim In-yook “Puedes ser mi novio”. Esas cuatro palabras le cambian la vida a Güero al final de...
Pum. Pum. Mi corazón mareado se columpiaba entre el cielo y la tierra. Era mi primer amor. —de “La física del amor”, de Kim In-yook “Puedes ser mi novio”. Esas cuatro palabras le cambian la vida a Güero al final del séptimo grado. El chico pasa el verano superocupado tratando de que le alcance el tiempo para ensayar con su banda, Los Bobbys, y ser el novio de Joanna Padilla. A ella le dicen “fregona” porque es fuerte, siempre saca la cara por su familia y mantiene a raya al bully de la escuela. Sin embargo, Güero puede ver su lado delicado, y ante la tragedia que tiene que afrontar Joanna, aprende lo que significa estar presente para la persona que amas. Le dicen Fregona —obra que rinde homenaje a múltiples tradiciones poéticas— es la agridulce historia en verso de un primer amor, y la muy esperada secuela de Me dicen Güero. DAVID BOWLES Es un escritor y profesor mexicoamericano que vive en el sur de Texas. Ha escrito más de veinte libros, entre ellos Serpiente emplumada, corazón del cielo: Mitos de México. Su novela en verso Me dicen Güero ha sido galardonada con múltiples premios, como el Premio de Honor Pura Belpré, el Premio Tomás Rivera y la lista Bluebonnet. Título original: They Call Her Fregona Primera edición: enero de 2023 Copyright © 2022, David Bowles Copyright © 2023, Penguin Random House Grupo Editorial USA, LLC 8950 SW 74th Court, Suite 2010 Miami, FL 33156 Publicado por Vintage Español, una división de Penguin Random House Grupo Editorial USA, LLC. Todos los derechos reservados. Penguin Random House Grupo Editorial apoya la protección del copyright. El copyright estimula la creatividad, defiende la diversidad en el ámbito de las ideas y el conocimiento, promueve la libre expresión y favorece una cultura viva. Gracias por comprar una edición autorizada de este libro y por respetar las leyes del copyright al no reproducir, escanear ni distribuir ninguna parte de esta obra por ningún medio sin permiso. Al hacerlo está respaldando a los autores y permitiendo que PRHGE continúe publicando libros para todos los lectores. Queda prohibido bajo las sanciones establecidas por las leyes escanear, reproducir total o parcialmente esta obra por cualquier medio o procedimiento, así como la distribución de ejemplares mediante alquiler o préstamo público sin previa autorización. ISBN 978-1-64473-578-7 Conversión a formato digital: Libresque PRÓLOGO INVERNAL CARNE ASADA NAVIDEÑA Nochebuena, la excusa perfecta para poner fajitas en la parrilla. Con mis tíos y primos, me arrimo a mi papá, mirando el chisporroteo. Caras que brillan con sonrisas y calor, el viento frío se levanta a nuestras espaldas. NIEVE FRONTERIZA La tarde se vuelve noche oscura, más callada y fría que de costumbre. La casa brilla, engalanada de luces el mero corazón reluciente de este huerto de toronjos. Las festividades han terminado. Mis primos duermen despatarrados en sofás o en el suelo, mis tíos dormitan mientras en la tele Milagro en la Calle 34 se desplaza bajito, pero siempre mágica. En la penumbra de mi habitación, leo sus mensajes en mi teléfono. La puerta se abre con un lento gemido. “Güero”, susurra mi papá. “¿Estás despierto? Vente, mijo”. Me limpio unas lágrimas antes que encienda la luz. Son casi las doce de Nochebuena. “Espera, papá”, digo preocupado. “¿Qué pasa? ¿Todo bien?”. “Shh. Confía en mí. Ven afuera a ver el mejor regalo que hayas recibido: alegría pura, esparcida desde el cielo”. Hay algo raro en su voz, pero lo sigo por el pasillo, luego la puerta trasera. El mundo se ha espolvoreado de blanco. Nieve navideña. Imposible. “Cien años que no sucede esto”, dice papá, dando pasos crujientes, su cara brillando de asombro y deleite. Un beso suave. Los copos caen, astros helados que motean lo oscuro. Fragmentos de magia, polvo divino, bendiciones derramadas sobre nosotros por el mismo Dios. Saco mi celular. Ella me contesta con voz modorra. “Asómate afuera, Joanna”, le digo. Inhala de golpe. “¡Está nevando, Güero!”. “Feliz Navidad, nena. Te extraño”. “Yo también. Mucho. Te hablo mañana”. Miro a mi papá. Él asiente ante el peso de su ausencia. Seguimos así, callados por un momento, la casa santificada en su manto de nieve, los árboles pálidos centinelas bajo las nubes. Luego nos desplomamos en esa sábana blanca tirada suelta sobre el zacate, y por un momento somos ángeles, riendo inocentes al extender alas de plata sobre la tierra. MI DIARIO Después de despertar a todos, después de la batalla de bolas de nieve, después de que crear hombrecitos de nieve ha dejado rojas las palmas de los huercos. Mamá hace una olla de chocolate. Con mi taza humeante que deja un rastro de canela y almendras, vuelvo a mi recámara, cierro la puerta, me siento en mi escritorio y saco mi diario. Son seis meses de poesía. Tomando sorbitos, hojeo las páginas. A veces mis ojos lagrimean. Otras, la risa me hace casi escupir chocolate sobre esos preciosos poemas. Ha pasado tanto. Tanto. Pero ahora puedo ver su forma, las breves pero dulces alegrías del verano girando hacia las amargas luchas del otoño. El fantasma de una trama