Pacheco Cara Floja 2. Pacheco Cara Floja y el planeta duplicado Cover Image


Pacheco Cara Floja 2. Pacheco Cara Floja y el planeta duplicado

Author/Uploaded by KillerCreeper55


 
 
 
 ¡A GOLPE DE REMO!
 
 
 
 Hace un par de días, Chopy, el Yeti y yo salimos a dar un paseo en lancha por un pantano de los alrededores. Era un pantano absolutamente corriente y apestoso como cualquier otro. Pero ¿qué nos tenía que pasar a nosotros tres? Pues que, a los pocos minutos, el motor de la lancha se sobrecalentó. Luego, se incendió. Y, enseguida, «¡BO...

Views 967
Downloads 2448
File size 8.3 MB

Content Preview


 
 
 
 ¡A GOLPE DE REMO!
 
 
 
 Hace un par de días, Chopy, el Yeti y yo salimos a dar un paseo en lancha por un pantano de los alrededores. Era un pantano absolutamente corriente y apestoso como cualquier otro. Pero ¿qué nos tenía que pasar a nosotros tres? Pues que, a los pocos minutos, el motor de la lancha se sobrecalentó. Luego, se incendió. Y, enseguida, «¡BOOM!», estalló en mil pedazos.
 Y ahí no acabó la cosa. Porque, aunque en aquel pantano solo estábamos nosotros tres, unos segundos más tarde, yo ya me había metido hasta el fondo en un conflicto de dimensiones intergalácticas.
 Y TODO POR CULPA DEL YETI…
 Y por un insignificante picotazo.
 —AAAAAUCH —se quejó el caracalabaza mientras intentábamos reparar la lancha.
 —¿Cómo dices? —le pregunté al verlo zarandearse y mirar en todas direcciones.
 —Nada, nada, Pacheco…
 —Pues deja de dar varazos al aire con tus ramitas. ¡Como sigas sudando de esa manera, vas a inundar la lancha con tu hielo derretido! —AAAAAUCH… —volvió a soltar un momento después, acompañando a su quejido de una nueva tanda de aspavientos.
 —PERO ¿¡QUÉ DEMONIOS, YETI!? ¿Qué ocurre?… ¿Es que andas resfriado?
 —Un montón de nieve como yo no se puede resfriar, Pacheco… —me contestó distraído, restregándose las ramas por la zona de la nuca.
 —Entonces, ¿se puede saber qué bicho te ha picado?
 —Ji, ji, ji, ji… —se rio por lo bajo—. Si estuviera resfriado, ESTORNUDARÍA, Pacheco. Haría: «¡A… a… a… aaaaachús!». Pero, como tú más o menos has adivinado de chiripa, lo que me pasa es que me ha PICADO un bicho.
 —¿Y dónde está ese bicho? —preguntó Chopy.
 Nadie le respondió. En cambio, los tres nos pusimos en cuclillas y nos quedamos en silencio para, directamente, intentar encontrarlo.
 —¡No se oye nada, trolero! —acabó recriminando el renacuajo cuando pasó un tiempo considerable. (La cantidad exacta de tiempo que un mosquito es incapaz de aguantar hasta acercarse otra vez zumbando por tus oídos).
 —¡AAAAAAUCH! —gritó entonces el Yeti por tercera vez. Y se puso tan nervioso que el bloque de nieve que tenía por piernas se convirtió al instante en una masa blandengue y chorreante que ni siquiera conseguía mantenerlo recto—. ¿Y si los mosquitos han evolucionado y ya no hacen ruido? ¡Llevo toda la semana rodeado de mosquitos! ¡Algo está pasando!… ¡Y desde ahora será imposible que los atrapemos!
 ¡Es nuestro fin, Pacheco! ¡NUESTRO FIN!
 —Alto ahí, Yeti —le dije muy calmado mientras lo trataba de poner erguido—. Os voy a enseñar a ti y a Chopy la técnica definitiva para acabar con un mosquito.
 —¿¡CÓMO!? —respondieron los dos, con los ojos haciéndoles chiribitas.
 —¡A golpe de remo! —les expliqué.
 Y, acto seguido, fui a por uno de los remos de emergencia de la lancha y me puse a dar golpes de remo sin ton ni son.
 A los lados de la lancha…
 Por encima de nuestras cabezas…
 A la altura de los pies…
 —¡AAAAAAUCH! —volvió a quejarse el Yeti.
 Y yo respondí rápidamente dirigiendo los golpes de remo hacia su zona, rodeándolo como un maestro espadachín. Es decir, con el remo rozándole a cada momento, pero sin llegar a tocarlo nunca.
 ¡¡OUCH!!
 
 —¿¡Otro picotazo, Yeti!? —le pregunté. Pero, solo por su cara, entendí que era yo quien le había dado un buen viaje. (O sea, que de maestro espadachín nada).
 —¿¡QUÉ VAMOS A HACER SI EL YETI LLEVA RAZÓN Y LOS MOSQUITOS HAN EVOLUCIONADO PARA HACERSE CON EL CONTROL DEL MUNDO!? —quiso saber Chopy, preocupadísimo.
 —¡No seáis dramáticos! Ningún mosquito es rival para mi ataque superdefinitivo contra mosquitos —le dije. Y me puse a dar vueltas al remo por los aires—. ¡ESTA VA POR EL YETI! —chillé al soltarlo. Con una puntería que, si bien no era de maestro espadachín, por lo menos debía de ser de maestro lanzador de remos.
 Porque no le di en toda la calabaza al Yeti. No, no, no. Como yo tenía planeado, el remo hizo pleno contra el dichoso mosquito, el cual cayó de inmediato sobre la lancha y, poco a poco, fue perdiendo la invisibilidad.
 
 
 
 —¿Qué clase de mosquito es este? —preguntó Chopy a toda prisa, dándole vueltas e inspeccionándolo con el remo.
 El resto, observamos. Muy atentos, por cierto, porque no solo era un bicharraco del tamaño de un gato, sino que, además, era oficialmente el bicho más raro que cualquiera de nosotros hubiera visto jamás. Un bicho azul verdoso (o verde azulado, no sabría decir) al que le faltaban las alas, y el millón de ojos que suelen tener los mosquitos, y también las patas…
 ¡Y, POR NO TENER, NO TENÍA NI ANTENAS!
 
 
 
 —No soy un mosquito… —¡SOLTÓ DE PRONTO EL MOSQUITO! Mediomuerto, el pobre.
 —PERO ¿¡TÚ DE DÓNDE HAS SALIDO!? ¡¿Y CÓMO ES POSIBLE QUE HABLES!? —le respondí enseguida, con el típico tono agudo y los típicos movimientos de brazos que se hacen cuando quieres disimular y quitarte parte de culpa de lo que acabas de hacer.
 —No te preocupes, humano… Sé que no ha sido personal… Pero tarde o temprano esto tenía que pasar… Porque no es la primera vez que he intentado p… p… p… picarte… —me explicó LA COSA.
 Y esas fueron sus últimas palabras.
 (Así que, desde lo más profundo de mi corazón, espero que estés descansando en paz, bicho extraño y con una silueta de vómito. Que sepas que el Yeti se guardó de recuerdo el remo que te dio matarile. ¡Y HONRAREMOS TU RECUERDO UTILIZÁNDOLO SIEMPRE QUE PODAMOS!).
 —Pacheco, ¡MIRA!, ¡MIRA! —gritó al poco Chopy.
 —¡OOOH! —se le escapó al Yeti, también mirando hacia arriba.
 Entonces, una luz cegadora lo acaparó todo por un segundo. Como si fuera un flash, pero a cámara lenta. Luego, poco a poco fuimos acostumbrándonos a la luz y la luz se fue apagando lentamente.
 —¡OOOH! —volvió a decir el Yeti, con su boca de calabaza formando aún una «o» gigantesca.
 Ese fue el instante en el que un planeta muy parecido a

More eBooks

Hate Me: A Dark Crime Syndicate Romance Cover Image
Hate Me: A Dark Crime Syndicate Rom...

Author: Summer O'Toole

Year: 2023

Views: 41345

Read More
Healing Miss Millworth Cover Image
Healing Miss Millworth

Author: Isabella Thorne

Year: 2023

Views: 40453

Read More
The Rom-Com Agenda Cover Image
The Rom-Com Agenda

Author: Jayne Denker

Year: 2023

Views: 47221

Read More
Shadow's Force Cover Image
Shadow's Force

Author: Mary Stone

Year: 2023

Views: 43540

Read More
Beautiful Broken Vows Cover Image
Beautiful Broken Vows

Author: SJ Cavaletti

Year: 2023

Views: 3423

Read More
No Home for Killers Cover Image
No Home for Killers

Author: E.A. Aymar

Year: 2023

Views: 57854

Read More
All the Sinners Bleed Cover Image
All the Sinners Bleed

Author: S. A. Cosby

Year: 2023

Views: 3444

Read More
The Housekeeper And The Brooding Billionaire Cover Image
The Housekeeper And The Brooding Bi...

Author: Annie West

Year: 2023

Views: 51955

Read More
Tales from the Pizza Plex #6 Cover Image
Tales from the Pizza Plex #6

Author: Scott Cawthon

Year: 2023

Views: 28699

Read More
Blood Moon Cover Image
Blood Moon

Author: Ciara Delahunt

Year: 2023

Views: 29177

Read More