Author/Uploaded by Cristina Prada
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Índice Portada Sinopsis Portadilla Dedicatoria Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 Capítulo 6 Capítulo 7 Capítulo 8 Capítulo 9 Capítulo 10 Capítulo 11 Capítulo 12 Capítulo 13 Capítulo 14 Capítulo 15 Capítulo 16 Capítulo 17 Capítulo 18 Capítulo 19 Capítulo 20 Capítulo 21 Capítulo 22 Capítulo 23 Capítulo 24 Capítulo 25 Capítulo 26 Capítulo 27 Capítulo 28 Capítulo 29 Capítulo 30 Capítulo 31 Capítulo 32 Capítulo 33 Capítulo 34 Capítulo 35 Capítulo 36 Capítulo 37 Capítulo 38 Capítulo 39 Capítulo 40 Capítulo 41 Capítulo 42 Capítulo 43 Capítulo 44 Capítulo 45 Capítulo 46 Capítulo 47 Capítulo 48 Capítulo 49 Capítulo 50 Capítulo 51 Capítulo 52 Capítulo 53 Capítulo 54 Capítulo 55 Capítulo 56 Capítulo 57 Capítulo 58 Capítulo 59 Capítulo 60 Capítulo 61 Capítulo 62 Capítulo 63 Capítulo 64 Capítulo 65 Capítulo 66 Capítulo 67 Capítulo 68 Capítulo 69 Capítulo 70 Capítulo 71 Capítulo 72 Capítulo 73 Capítulo 74 Capítulo 75 Capítulo 76 Capítulo 77 Capítulo 78 Capítulo 79 Capítulo 80 Capítulo 81 Capítulo 82 Capítulo 83 Capítulo 84 Capítulo 85 Epílogo Banda sonora Agradecimientos Créditos Gracias por adquirir este eBook Visita Planetadelibros.com y descubre unanueva forma de disfrutar de la lectura ¡Regístrate y accede a contenidos exclusivos! Primeros capítulosFragmentos de próximas publicacionesClubs de lectura con los autoresConcursos, sorteos y promocionesParticipa en presentaciones de libros Comparte tu opinión en la ficha del libroy en nuestras redes sociales: Explora Descubre Comparte Sinopsis Tommy y Helsey están a punto de descubrir que el amor de verdad no se puede controlar y que un beso puede hacerte volar hasta tocar las estrellas. Helsey solo tiene dos reglas: *Nunca te relaciones con los chicos del equipo de fútbol. *Nunca seas el centro de atención. Porque Helsey tiene dos objetivos: *Mantenerse en su zona de confort. *Conseguir que su secreto siga siendo un secreto. Solo hay una cosa con la que Helsey no ha contado: Tommy Taylor. Siendo concretos: Tommy Taylor y tener que fingir que son novios para que su familia no piense que es una negada total. ¿Qué podría salir mal? ¿Lo de fingir una relación? ¿Lo de hacerse amigos en el proceso? O, quizás, ¿lo de dejarse llevar? Sí, seguramente será eso último… Lo que Helsey no imagina es lo increíble que va a resultar, cuánto va a reír, cuánto va a soñar y, sobre todo, cuánto va a sentir. Somos invencibles Cristina Prada A mi padre, por confiar en que podría. A Pino, porque solo con mirarte me haces sonreír. Al que dijo que el amor podía mover cualquier montaña, porque es verdad. Capítulo 1 Helsey Solo tengo dos reglas: 1. No te relaciones con el equipo de fútbol. 2. Nunca te conviertas en el centro de atención del campus, el instituto o la escuela media. Nunca te conviertas en el centro de atención ni siquiera en el jardín de infancia. Las dos cosas están sobrevaloradas. Estas normas inquebrantables son el motivo por el que rechacé ir a la A&M de Texas, la universidad donde estaba escrito que estudiaría, y di con mis huesitos en la LSU, la Universidad Estatal de Louisiana. Actualmente estoy cursando segundo de Ciencias Aplicadas... con unos «ligeros» cambios. Mis padres lo entendieron. Bueno, mi madre lo entendió y ayudó a mi padre a entenderlo también. A cambio, les prometí que me quedaría relativamente cerca y Baton Rouge, donde está el campus, lo está de College Station, en Texas, el lugar donde nací y me crie y donde mis padres continúan viviendo. En Texas el fútbol es la segunda religión, solo superada por la religión de verdad, así que sé muy bien por qué digo eso de «no te relaciones con el equipo de fútbol». Esos chicos solo saben pensar en fútbol, fútbol, chicas a las que les encanta que sean estrellas del fútbol y que harían absolutamente cualquier cosa por un minuto de su atención, popularmente conocidas como groupies, y, ah, otra vez el fútbol. No se puede confiar en ellos. Y no hablo desde el rencor ni una experiencia dolorosa. Es conocimiento absoluto, rollo científico. —Hola, chica de Louisiana —me saluda Luna, mi mejor amiga desde los seis años, al otro lado de la videollamada justo cuando estoy saliendo de Biología avanzada. —Hola, chica de Texas —respondo con una sonrisa. Todas las mañanas, da igual lo que pase, haya pasado o esté a punto de pasar, hacemos una videollamada. Es nuestra tradición. —Estoy hasta las cejas de trabajo por culpa del profesor Kent —protesta—. Ese tipo es lo peor. Solo estamos en septiembre y ya ha conseguido que vuelva a odiar mi vida.