Author/Uploaded by Risto Mejide
Para todas las Annas, para todos los Sebas Agradecimientos Gracias a Andreas Reize, organista, director de orquesta y décimo octavo Thomaskantor en sucesión de Johann Sebastian Bach, por su amabilidad y su paciencia conmigo. Tras nuestro encuentro comprendí que, como todo genio, Bach es una pregunta eterna que nunca nadie podrá contestar. Gracias al professor Dr. Peter Wollny, musicólogo y direc...
Para todas las Annas, para todos los Sebas Agradecimientos Gracias a Andreas Reize, organista, director de orquesta y décimo octavo Thomaskantor en sucesión de Johann Sebastian Bach, por su amabilidad y su paciencia conmigo. Tras nuestro encuentro comprendí que, como todo genio, Bach es una pregunta eterna que nunca nadie podrá contestar. Gracias al professor Dr. Peter Wollny, musicólogo y director del Bach Archive de Leipzig, por abrirme sus puertas, por su inmensa sabiduría y por ser la persona que me ayudó a acabar de perfilar la fina línea entre lo veraz y lo verosímil. Gracias a Christian Ratzel, historiador al frente del Museo de Köthen, por mostrarme las dependencias e interioridades del palacio del príncipe Leopold, por su pasión y su conocimiento de los mejores años de Bach. En este libro también está él. Gracias a Lina Tur Bonet, sin duda una de las mejores violinistas del mundo, y una de las más amables, por iniciarme en la magia de Bach y por contagiarme de su pasión. Gracias a José Manuel García-Margallo, eurodiputado y exministro de Asuntos Exteriores, por abrirme las primeras puertas en el proceso de documentación de este libro. Gracias a Isabel Rubiales, a Alejandro Abellán y a todos los profesionales de la Embajada Española en Berlín y de la Embajada Alemana en Madrid, por su inestimable ayuda. Gracias a Ana Rosa Semprún, por inspirarme, por ser la primera chispa que prendió este viaje, como siempre, con una cuestión. Gracias a Nathalie García por llevarme siempre más allá. Contigo todo es a lo grande. Gracias a mi editora, Carmen Romero, por creer en mí y en el proyecto desde el principio. Gracias a Máximo Huerta y a Juan Gómez-Jurado, por estar siempre ahí, por leer, comentar y hasta corregir mi primer manuscrito. También esta vez. Gracias, James Rhodes. Tu magia al piano es sólo comparable con tu valentía ante la vida. Eres toda una inspiración. Y un verdadero amigo. Gracias, Albert Uría, el pato al que más he incordiado en todo momento, tanto que hasta se vino conmigo a Sajonia y Turingia, tu entusiasmo y tu sensibilidad fueron la tinta de muchos pasajes. Gracias también al resto de los patos, Iván de Cristóbal, Gonzalo Abadía, Aritz Iriarte y mi tercer hombro, Marc Solanas, sin duda parte importante de mi vida y, por lo tanto, de este libro también. Por último, gracias a todos los que, pese a no haber sido nombrados, os habéis buscado en esta página, porque eso significa que de alguna forma os lo merecíais y yo seguramente lo he pasado por alto, vayan por delante mis disculpas y mi más sincero agradecimiento. El Catálogo de las obras de Bach (Bach Werke Verzeichnis, BWV) fue numerado y categorizado en 1950 por el musicólogo alemán Wolfgang Schmieder en su obra Thematisch-systematisches Verzeichnis der musikalischen Werke von Johann Sebastian Bach. Este catálogo sustituyó a los de la Bachgesellschaft (Sociedad Bach), y a los de la Neue Bachgesellschaft (Nueva Sociedad Bach), y desde entonces es el catálogo oficial de referencia para cada una de sus composiciones, que por primera vez no aparecen ordenadas cronológicamente, sino por tipo de pieza. Ésta es una historia inspirada en hechos reales, también reordenados. El BWV de cada capítulo es su banda sonora. PRIMERA{preludio} Cuando me fui aproximando más y más a la vida de Bach, que supuestamente había transcurrido por raíles tranquilos, ordenados y discretos, me impresionaron profundamente las grandes tempestades de su biografía, y muy pronto hube de constatar que el imponente monumento que había sido construido por tantas manos consistía mayormente en papier mâché, mezclado con yeso para que se sostuviera mejor, pero que en el vacío que deja en su interior se encuentra algo más interesante que todas las alabanzas: la verdadera vida de Johann Sebastian Bach. KLAUS EIDAM, La verdadera vida de Johann Sebastian Bach Bach es un dios benevolente al que los músicos deberían ofrecer una plegaria antes de empezar a trabajar, para que los preservase de la mediocridad. CLAUDE DEBUSSY BWV 1041 Louis, te lo ruego, mon amour, volvamos a palacio. Me muero de frío. Las palabras de Marie-Angélique se desvanecían en la noche sajona, interrumpida sólo por las herraduras de los caballos contra el firme irregular de la Wigardstrasse. Pese a ostentar la capitalidad del electorado de Sajonia, el Dresde de 1720 era como cualquier alcohólico: venido a menos durante el día y suficientemente peligroso durante la noche. Tras las ventanas de los edificios se abrían miles de rendijas como puñaladas sobre un cartón, todas entornadas para poder espiar a la misteriosa comitiva, tratando de averiguar quién se desplazaría a esas horas dentro de la lujosa berlina con suspensión de correas de cuero mientras el carruaje segaba implacable la densa bruma que arropaba ya el río Elba. Las calles, mal empedradas y sin atisbo de reconstrucción desde la guerra de los Treinta Años, se cernían oscuras e inhóspitas. Sin duda no eran lugar para un vehículo tan lujoso. Fuera quien fuese a bordo, se exponía a que lo asaltaran para robarle, en el mejor de los casos, cuando no a perder la vida. —Como mínimo podrías decirme adónde nos dirigimos… O qué es lo que vamos a hacer. Marie empezaba a abandonar su tono habitualmente conciliador. La jornada había sido larga, intensa, extenuante. Y ahora sólo le faltaba eso. Louis, mientras tanto, callaba y fruncía el ceño. Como si algo le preocupase mucho más que el frío, o el peligro o, tan sólo, poder descansar. —No te entiendo, mon cher. Hemos pasado el día entero en la corte. Debes de estar agotado. Yo estoy agotada. Necesito quitarme este corsé, me está asfixiando hasta las ideas. Además, el propio rey te acaba de condecorar. Me ha encantado cómo pronunciaba tu nombre: «Louis MaRRRchand, sin duda sois el mejor organista del mundo». MaRRRchand… ¿Te has fijado en sus caras? Sí, ya sé que me dirás que los sajones no son tan exigentes como los parisinos. Pero ¿has visto cómo te admiraban? Es increíble lo que haces con