Author/Uploaded by Adam Silvera
AL FINAL MUERE EL PRIMERO ADAM SILVERA AL FINAL MUERE EL PRIMERO Traducción de María Martos Ripoll Argentina – Chile – Colombia – España Estados Unidos – México – Perú – Uruguay Título original: The First to Die at the End Editor original: HarperCollins Children’s Books, a...
AL FINAL MUERE EL PRIMERO ADAM SILVERA AL FINAL MUERE EL PRIMERO Traducción de María Martos Ripoll Argentina – Chile – Colombia – España Estados Unidos – México – Perú – Uruguay Título original: The First to Die at the End Editor original: HarperCollins Children’s Books, a division of HarperCollinsPublishers, New York Traducción: María Martos Ripoll 1.ª edición: noviembre 2022 Reservados todos los derechos. Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización escrita de los titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, incluidos la reprografía y el tratamiento informático, así como la distribución de ejemplares mediante alquiler o préstamo públicos. Copyright © 2022 by Adam Silvera All Rights Reserved © de la traducción 2022 by María Martos Ripoll © 2022 by Ediciones Urano, S.A.U. Plaza de los Reyes Magos 8, piso 1.º C y D – 28007 Madrid www.mundopuck.com ISBN: 978-84-17854-79-9 E-ISBN: 978-84-19251-86-2 Depósito legal: B-17.048-2022 Fotocomposición: Ediciones Urano, S.A.U. Impreso por: Rodesa, S.A. – Polígono Industrial San Miguel Parcelas E7-E8 – 31132 Villatuerta (Navarra) Impreso en España – Printed in Spain Para quienes han estado conmigo desde el principio. Gracias a Nicola y David Yoon, por ser los mejores vecinos y tener corazones que no les caben en el pecho. Me han demostrado continuamente cómo debe ser el amor. PRIMERA PARTE VÍSPERA DE MUERTE SÚBITA Todo el mundo quiere saber cómo predecimos la muerte. Cuéntame. ¿Les pides a los pilotos que te expliquen aerodinámica antes de subirte al avión o simplemente viajas hasta el destino? Te pido que no te preocupes por cómo nos enteramos de las muertes y que en su lugar, te centres en cómo quieres vivir tu vida. Tu destino final puede estar más cerca de lo que piensas. —Joaquín Rosa, creador de Muerte Súbita. 30 de julio de 2010 ORION PAGAN 22:10 HORAS Muerte Súbita podría llamar a medianoche, pero no será la primera vez que alguien me diga que voy a morir. Durante los últimos años he estado luchando por mi vida debido a una enfermedad cardíaca grave, con miedo a caer muerto si vivo con demasiada intensidad, hasta que una organización llamada Muerte Súbita apareció de la nada afirmando que ellos podían predecir cuándo, ya no solo si, íbamos a morir. Sonaba como el argumento de un relato escrito por mí. La realidad nunca capta mi interés con cosas como esa, pero todo cambió bruscamente cuando el presidente de los Estados Unidos organizó una rueda de prensa en la que presentó al creador de Muerte Súbita y confirmó su capacidad para predecir nuestros destinos. Aquella noche, me di de alta en Muerte Súbita. Ahora solo espero no ser uno de los primeros en recibir una llamada anunciando el Último Día. Si la recibo, supongo que al menos sabré que ya se ha acabado, pero hasta ese momento, voy a vivir al máximo y esto empieza con mi asistencia a un evento único en la vida: el lanzamiento de Muerte Súbita. Muerte Súbita está organizando muchas fiestas por todo el país, creo que para levantar el ánimo de la gente y mantenerla enganchada a este programa que cambiará los conceptos de vida y muerte tal y como los conocemos. Ya están empezando en muchos sitios, como en el muelle de Santa Mónica en California, el parque del Milenio en Chicago, el Museo Nacional de la Fuerza Aérea de Estados Unidos en Ohio y la Sexta Avenida en Austin, entre otros. Sin duda, estoy en la mejor: Times Square, el corazón de Nueva York y hogar de las primeras oficinas de Muerte Súbita. Me encanta mi ciudad, pero nunca me encontrarás en Times Square la noche de fin de año; hace demasiado frío para venir. Sin embargo, ahora estoy a gusto pasando el rato en un evento así de histórico durante esta calurosa noche de verano. Es una locura lo que debe estar generando Muerte Súbita en todo el país o solo en Times Square. Estas pantallas gigantes siempre están promocionando millones de cosas al mismo tiempo, desde refrescos hasta programas de televisión o páginas web, pero esta noche no. Cada una de las pantallas ha sido sustituida por un reloj de arena digital negro con el fondo blanco brillante. El reloj de arena está casi lleno, lo que indica que las llamadas del Último Día empezarán a medianoche. Sin embargo, da la impresión de ser algo más que eso. Es casi como si el producto que Muerte Súbita estuviera promocionando fuera el mismísimo tiempo. La campaña está funcionando porque la gente está haciendo cola en los mostradores de información como si un nuevo iPhone hubiera salido a la venta, solo para hablar con los representantes del servicio al cliente de Muerte Súbita. —Imagina trabajar en Muerte Súbita —digo. Mi mejor amiga, Dalma, levanta la mirada del teléfono. —Yo nunca podría. —En serio, es como si cada llamada salvara la vida de alguien, pero, al mismo tiempo, no. ¿Cómo duermes por la noche sabiendo que todos con los que has hablado ese día están muertos? —Sé que siempre andas con la muerte en la cabeza, Orion, pero esto es un tormento. —Técnicamente, ando con la muerte en el corazón. —Madre mía. Te odio. Voy a conseguir trabajo en Muerte Súbita solo para poder llamarte. —Bah, no puedes vivir sin mí. Omito el hecho de que llegará el día en que tenga que hacerlo. Nadie cuenta con que viva dieciocho años más. Ni siquiera Dalma, aunque no lo reconozca en voz alta y siempre hable sobre todo lo que compartiremos en la vida, como su sueño de ir a mi primera firma de libros cuando me tome en serio querer publicar mis superrelatos o la novela que me encantaría escribir si creyera que voy a vivir lo suficiente como para terminarla. Eso, o animar a Dalma mientras