Author/Uploaded by Jaime Sabid
Prologo Incluso las parejas más dedicadas están sujetas a las trampas de la domesticidad. ¿Verdad?La vida pervertida de John y Ana se ha convertido en una cosa del pasado. Ha pasado un año desde que el trabajo de John lo trasladó a una nueva ciudad, lejos de todos sus viejos amigos. Nueva ciudad, nuevos amigos, nueva casa... nada de juegos. Y los dos están de muy mal humor.Cuando...
Prologo Incluso las parejas más dedicadas están sujetas a las trampas de la domesticidad. ¿Verdad?La vida pervertida de John y Ana se ha convertido en una cosa del pasado. Ha pasado un año desde que el trabajo de John lo trasladó a una nueva ciudad, lejos de todos sus viejos amigos. Nueva ciudad, nuevos amigos, nueva casa... nada de juegos. Y los dos están de muy mal humor.Cuando Ana intenta tomar cartas en el asunto en su décimo aniversario de boda, John se da cuenta de que le está fallando. Se le ocurre justo lo que necesita para volver a encarrilarlos: una sorpresa hecha a medida para mantener a su sumisa atada y pidiendo más durante años. Al menos si todo sale según lo previsto. Capítulo Uno - Me gusta ese color en ti, John- . John miró a Alex, que estaba en el urinario de al lado. - Queda bien con tu tono de piel- añadió Alex con un guiño. John lo miró con una mirada que podría haber dado a otro hombre un momento de pausa. - Ojos en tu propia polla, para variar- . Alex soltó una risita, se subió la cremallera. - No hay nada como un buen polvo para alegrar un poco la jornada laboral, ¿verdad?- le preguntó, dándole una palmada en el hombro antes de ir a lavarse las manos. John miró hacia abajo y vio que tenía un anillo de carmín rojo cereza alrededor de la polla. ¿Cuántas veces aquel día había pasado alguien por delante de su despacho para comentar su pintalabios? Había oído cosas como: -Vaya, Ana. Bonito color. ¿Cuál es la ocasión?- y -Me encanta ese color en ti. Deberías ponértelo más a menudo- toda la mañana. Incluso Alex se había parado a decirle que estaba especialmente guapa cuando entraba en el despacho de John. Qué cabrón. No es que John le culpara. Estaba más guapa que de costumbre con el jersey fino y la falda hasta la rodilla que llevaba, ambos abrazando su cuerpo curvilíneo sin mostrar demasiado. Y los tacones... Dios, iba a empezar a mearse contra la pared si no dejaba de pensar en ella. Ella le había enviado un mensaje justo cuando terminaba la reunión de socios junior, que decía: -Voy a chuparte la polla en 5 minutos. Prepárate.- Habían sido los cinco minutos más largos de su vida, seguidos de cinco de los más exquisitos. Estaba seguro de que el reloj se había parado varias veces, pero entonces, exactamente a los cinco minutos, la observó desde su mesa mientras ella ponía el ordenador en reposo, hacía un nudo con su larga melena pelirroja y lo sujetaba con dos lápices amarillos del número 2. Entró en su despacho, cerró la puerta y echó el cerrojo en silencio mientras la polla de él, a dura como una roca y a punto de estallar, se tensaba contra la cremallera en señal de anticipación. - No bromeabas- había dicho él, fascinado por el contoneo de sus caderas mientras ella se acercaba al escritorio como una mujer en una misión. - Eso sería una broma cruel, ¿no? Se arrodilló y le bajó los pantalones como si lo hubiera hecho cientos de veces en lugar de una sola. El corazón le había martilleado en la garganta mientras ella deslizaba los dedos por el interior de sus muslos y sus uñas, también de color rojo cereza, rozaban su piel. Le había cogido la polla con una mano y le había metido la otra en el pliegue entre el muslo y la ingle. Le había acariciado con el pulgar el punto ultrasensible detrás de los huevos, deshilachando el ya tenue control que tenía sobre sí mismo. Ella le dio una larga y lenta lamida de la raíz a la punta, con su lengua caliente y húmeda ondulando sobre el pene. Sus ojos azules se posaron en los de él, lamió la raja que ya goteaba, le sonrió dulcemente y le dio un beso fuerte y sonoro. Ella se había tomado su tiempo para rodear la cabeza dura y sensible, lo había impulsado a toda marcha, al mismo tiempo, había aumentado la expectación. Estaba a punto de estallar cuando ella se lo metió en la boca, provocándolo con los labios deslizándolos sobre la cresta una, dos, tres veces, antes de chupar con fuerza y llevárselo tan adentro que le rozó la suave carne del fondo de la garganta. Y entonces entró a matar, con movimientos rápidos y cortos seguidos de una succión larga y fuerte, repitiendo el ritmo hasta que él jadeó con fuerza. Se había agarrado a los brazos de la silla, con las manos en blanco y los dedos clavados en el cuero. Su cabeza se había golpeado contra el reposacabezas cuando ella añadió un pequeño zumbido que provocó ondas de choque en todas las terminaciones nerviosas de su cuerpo. Sólo las manos de ella, que lo sujetaban firmemente, habían impedido que se corriera dentro de su boca en largos y gloriosos impulsos que sacudían las caderas, ahogando un gruñido que toda la sala habría oído si lo hubiera soltado. Ella ya se había puesto en pie cuando él pudo abrir los ojos y desencajar la mandíbula. Había visto como si estuviera en un sueño cómo ella se levantaba la falda, le quitaba una mano del brazo de la silla y se la deslizaba por el interior del muslo. Estaba tan excitada que había empapado el fino encaje de sus bragas. - He despejado tu agenda- dijo ella, suspirando cuando él apartó la tela y empezó a tocarla. Abrió el cajón superior de su escritorio y sacó un trozo de papel y un mando de garaje. - Tienes una reserva para comer tarde- añadió, golpeando el papel con la uña antes de apartarse, bajarse la falda y serenarse. La dirección que había escrito correspondía a un motel cerca de la autopista que era popular entre ciertas personas de la oficina. Cada habitación tenía
Author: Camille de Villeneuve; Camille de Villeneuve
Year: 2023
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