Diario de un agente de homicidios: En la mente de un investigador criminal

Índice Diario de un agente de homicidios Preludio Introducción 1. La tristeza del samurái 2. El asesino del trenecito 3. La niña que no pudo jugar 4. La curiosidad mató al gato 5. Poderoso caballero don dinero 6. El olor del terror 7. La China sumergida 8. La voz del infierno 9. La dignidad de los perros 10. Ángeles mortales 11. El lobo solitario 12. Un trasto viejo 13. Eterna Cristina Agradecimientos Sobre este libro Sobre Óscar Tarruella Créditos Notas A Lidia, por ser la luz entre mis sombras A Dios, por haberla puesto en mi camino Preludio Estar en el escenario de un crimen no es tan solo vivir un hecho, es saber leer e interpretar todo lo que lo rodea. No se puede comprender la labor de un agente de homicidios sin hablar de dudas, miedos, metodología e intuición. En una investigación las dudas se convierten en mil preguntas por resolver. Para ello te dejas la piel y el alma. Un agente de homicidios no entiende de horarios ni conciliaciones, de reglas encorsetadas ni de opiniones banales en el proceso de indagación. Hay casos en los que la muerte no es el final, sino el principio de algo mayor, de una trama, de un asunto tan espeso como impenetrable. Óscar es un profesional completo, una persona íntegra y un gran ser humano. A él le tocó vivir los casos que investigó, y a los demás, la suerte de que estuviera allí. TONY ZARZA, detective privado y veterano de la Guardia Civil Su implicación siempre me causó admiración. Destacaba por encima de los demás alumnos por sus reflexiones sobre la profesión. Supe que sería un buen policía. Hoy, tras ver su trayectoria, me siento orgullosa de haber contribuido a la formación de ese gran profesional, de ese gran investigador que es Óscar Tarruella. CRISTINA MANRESA, comisaria de los Mossos d’Esquadra Probablemente esta sea la parte menos objetiva del prólogo, y tal vez del libro entero, ya que profesional y personalmente aprecio, valoro y respeto, de verdad y sin peros, a Óscar Tarruella, y hasta le considero un amigo, incluso en unos tiempos en los que la palabra amistad está tan interesadamente prostituida. Óscar es valiente, un hombre íntegro. Ejerció siempre su trabajo en «tierra hostil» simplemente por mantenerse fiel a sus principios y convicciones y por llevar hasta las últimas consecuencias un concepto que, según va pasando la vida, resulta más difícil identificar y encontrar. Me refiero a la ética profesional. Como periodista pude trabajar directamente con él en casos como la muerte de la Veneno o el homicidio de Mario Biondo, y su proceder objetivo, meticuloso, profesional y nada egoísta me dejó claro que Óscar Tarruella es uno de esos profesionales que, si aparece en nuestras vidas, sería de necios no valorarlo y de estúpidos dejarlo escapar. CARLOS BUSTOS, director y presentador de El centinela del misterio Desde que conozco a Óscar, siempre he pensado que, cuando deje el cuerpo o se jubile, los malos lo tendrán más fácil. Conocedor de que, para dar su mejor esencia, la vida a veces golpea duro, ha seguido una trayectoria de «a la chita callando» operando con mentalidad pedagógica. Metódico, perseverante, sin tapujos, tenaz. Hace años se comprometió con la verdad, y exigente como es, a veces duro consigo mismo, huye de lo subjetivo en aras de lo concreto, con curiosidad juvenil, por cierto, un gran valor que deberíamos reivindicar todos, una curiosidad que le permitió también reconciliarse con su pasado y ser valiente con su futuro. Si quisiéramos un amigo leal, fiel, con una identidad clara, al que le gusten a la vez las palabras y los silencios y que no desaparezca cuando lo necesitas, lo escogeríamos a él. Por otro lado, con una tendencia trabajada con los años, no se somete a voluntades ni poderes, ni necesita protección de entidades superiores, y huye del triunfo y de la gratificación. Se ha mostrado esquivo con los dogmas y es experto en desaprovechar buenas oportunidades que le hagan medrar, como mínimo económicamente. De buen seguro, claro, puede conseguir y producirá úlceras estomacales en los poderes o en sus superiores. DOCTOR ALBERT LAHUERTA, psicólogo clínico y coordinador del programa de delitos violentos y agresiones sexuales de la Generalitat de Catalunya Óscar se puso en contacto conmigo para echar una mano. Así de simple. Así de importante. Nuestra primera conversación me dio pistas para intuir un carácter que acabé por definir —con la suficiente aproximación como para atreverme a escribir esto— a medida que lo fui conociendo. Ofreció desinteresadamente su pericia y experiencia a la familia del operador de cámara italiano Mario Biondo —quien fuera marido de la presentadora Raquel Sánchez Silva—, hallado muerto en su domicilio en extrañas circunstancias a finales de mayo de 2013. No es el único ejemplo de investigaciones que ha llevado a cabo con el único objeto de tratar de esclarecer la verdad, pero sí el que mejor he podido conocer. No me gustan los tibios con miedo a mancharse, y Óscar no lo es: temperamental y vehemente, se tatuó en el brazo un escorpión para recordar que, cuando las medias tintas de melifluos y prestidigitadores de salón juegan con la verdad, la serenidad en la exposición de argumentos y razones será su mejor aliada. Esto lo he comprobado en un plató de televisión. Es dedicado e intuitivo, terco como un perro de presa cuando huele que va por el buen camino, y dispone de formación profesional suficiente y recursos como para que el criminal al que le haya echado el ojo se ponga a temblar en cuanto perciba su sombra. ANDRÉS GUERRA, periodista Nada es sencillo en una investigación criminal —o investigación de delitos, para los más rigurosos—. Si fuera una tarea fácil, más si cabe en la investigación de homicidios, poco se diría de los «malos» y, por supuesto, poco o nada se diría del propio investigador. Sin duda alguna, para ejercer este oficio se requiere, además de formación especializada —en no pocas materias—, una buena