La hermana de la delantera


 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 CAPÍTULO 1 CÓMO EXTRAÑO A JANA
 —¡Atención, Lily! —gritó Mari—.
 La arquera de las Cowboys, Lily Davis, observó cómo la delantera de las Bobcats driblaba por la cancha. Tenía la mirada fija y decidida.
 Lily se ubicó entre los postes del arco y trató de concentrarse. Detrás de ella, la red blanca ondulaba con la cálida brisa otoñal. El césped verde se extendía ante ella.
 
 
 
 
 Susannah, la compañera de equipo de Lily, corrió hacia adelante. Se movía hacia la derecha y hacia la izquierda. Luego se lanzó como una libélula y robó la pelota.
 Otra Bobcat se precipitó hacia Susannah. La niña recuperó la pelota y esquivó a las defensoras de las Cowboys.
 Las Bobcats se estaban acercando otra vez al área de gol. Lily entrecerró los ojos.
 Lily siempre había sentido que su lugar era entre los palos del arco. Al fin y al cabo, había jugado de arquera desde los seis años. El área del arco se sentía como su segundo hogar.
 Pero ahora todo era diferente.
 La delantera de las Bobcats golpeó la pelota contra la red. Lily saltó hacia un costado.
 ¡PUM!
 La pelota pegó en sus manos, como lo había hecho cientos de veces antes. Esta vez, sin embargo, no hubo emoción. Lily volvió a poner la pelota en juego. Pero era como si toda su pasión y ganas de jugar se hubiesen agotado.
 La razón era que su hermana mayor, Jana, se había ido. Lily sabía que ese era el problema. Su hermana no practicaba en el campo de al lado. No estaba sentada en las gradas. Era el primer partido de Lily de la nueva temporada y la primera vez que Jana no estaba allí.
 Al pensar en su hermana, a Lily se le hizo un nudo en la garganta. Intentó mirar el partido que tenía adelante. Pero sus compañeras se volvieron borrosas a medida que sus ojos se llenaban de lágrimas.
 Jana se había ido al campamento de entrenamiento del ejército hacía tres días. Estaba a dos estados de distancia, haciendo lagartijas. O lo que fuera que la gente hiciera en el campamento de entrenamiento. Solo había llamado una vez.
 Lily recordó la conversación.
 —¿Mamá? Soy Jana —dijo—. Acabo de llegar. Te llamaré dentro de setenta y dos horas con mi dirección. Asegúrate de tener un lapicero a mano cuando llame. Tengo 
 CAPÍTULO 2 EN LOS TACHONES DE SU HERMANA
 A Lily le costó terminar el partido. Bloqueó algunos tiros más, pero uno se coló en los últimos minutos. Cuando sonó el silbato, el resultado era 1-2. Las Bobcats habían ganado.
 Lily intentó contener las lágrimas. Hacía años que no lloraba por no haber atajado una pelota. Permaneció con la mirada baja mientras las Cowboys se alineaban para estrechar sus manos. Su mejor amiga, Charlotte, se puso detrás de ella.
 —Lily, ¿estás bien? —preguntó Charlotte mientras le daban la mano a las Bobcats.
 —Sí, estoy… —Lily se detuvo. No podía hablar sin llorar.
 Tan pronto como Lily llegó al final de la fila para saludar, salió corriendo de la cancha. Ni siquiera esperó a Charlotte.
 Tomó la bolsa de fútbol del vestuario y se fue antes de que entraran sus compañeras. No quería hablar con nadie. Lo único que harían sería ver sus ojos rojos y sentir lástima por ella.
 Lily se apresuró a salir al estacionamiento. Apoyó la cabeza en el metal cálido del auto de mamá. Se le saltaron las lágrimas. Se sentía como una taza que se desbordaba.
 Entonces oyó la voz de su madre.
 —Oh, Lily —dijo la madre—. Está bien.
 Lily se volvió y vio a sus padres. Los abrazó a los dos con fuerza.
 —Se siente tan raro jugar sin Jana —dijo Lily entre sollozos—. La extraño tanto.
 Los ojos de mamá relucieron, llenos de lágrimas.
 —Lo sé —dijo—. Nosotros también la extrañamos.
 En el interior de Lily, el nudo durísimo que se había formado se relajó un poco. Sus padres lo entendían. Sentían lo mismo. Por un momento, se quedaron todos juntos en un gran abrazo.
 —Pero todo estará bien —dijo el padre—. Todavía te tenemos aquí. Ahora serás nuestra estrella del fútbol. Serás igual que Jana.
 —¿Qué? —preguntó Lily, dando un paso atrás. No estaba segura de haber oído bien.
 —Así es —añadió mamá. Acomodó un mechón de pelo en las trenzas de Lily—. Ocuparás el lugar de tu hermana, Lily. Eso nos ayudará a todos.
 
 
 
 
 Lily parpadeó con fuerza. Nunca se había sentido tan rara. «Extraño a Jana», pensó, pero no quiero ser ella». Tenía que alejarse. Tenía que pensar.
 La madre abrió la puerta del auto.
 —Ven, vamos a comer algo antes de ir a casa —dijo.
 —N… no gracias —tartamudeó Lily—. Creo